¿Qué pasa con nuestros muchachos?, ¿en que momento como
padres dejamos de hacer la tarea?, ¿acaso la tecnología se volvió contra
nosotros?.
Será que la apropiación de la tecnología debe acompañarse de
un escrutinio desde la conciencia y del espíritu… y heme aquí, ¡un físico
hablando de espiritualidad!
Asúmanos que no creo., ¿o sí? Pero es claro que somos mas
que aglomerados de células danzantes armónicamente al compás de la vida. La
vida, y he aquí al intocable rezando cuando le toca, o cuando le tocan a los
suyos, y ¿Por qué? Simple, porque es principio natural defender a nuestros
críos y especie.
Vivir en sociedad es un desafío. Transformarnos en un
ambiente convulsionado como el actual, es un desafío mayor; pero debemos
transitar entre estados de pseudo estabilidad, porque así es la vida. El
muchacho de hoy no es el de ayer, que era yo; y sus motivaciones y metas en la
vida no son probablemente tener familia y levantar prole, pero los principios
del abuelo son inmutables, ellos prevalecen en el tiempo desde el abuelo del
abuelo y el abuelo de éste. Respetar al otro que me hace existir no pierde su
vigencia en el tiempo, amar la naturaleza y cuidarla, tampoco; entonces, ¿en
que momento nos volvimos descuidados? ¿Cuando fue que el mundo artificial cobró
más sentido que los brazos que se estrechan? Será acaso que el calor del cuerpo
humano que se experimenta en un abrazo, ¿se reemplaza por un PIN?.
No miramos a los ojos, ¿cuál es el miedo?... Lo que siento,
es (que) un presagio (y ahora hablo de presagios): llegaremos a viejos sin sonrisas
en los labios por la tarea bien hecha; nuestro trasegar por la vida no tendrá
sombra ni eco; nuestra alma no saldrá de su cuerpo, por que ella se fundió hace
rato con una nube de plasma que arrastraba un cometa; moriremos, sí(!) pero no
habrá legado; mis palabras nunca más se escucharon, nunca más interactúe,
destrocé vidas sin sentir ni pagar por ello; mi esposa murió y lo descubrí por
twitter, lo mismo pasó con todos a quienes algún día amé.
Este no es el mundo que los seres humanos quisimos
construir, este no es el mundo que a mi padre o a su padre a lomo de mula les
enseñaron. No quiero pensar que el señorío se acabó, me niego a creer que no
puedo confiar en mi semejante, que no puedo educarlo y formarlo, si es que a
sus progenitores les quedó grande. Me niego a pensar que mis muchachos no
piensen, no quieran el otro, no busquen reflejos positivos (y heme aquí
hablando de reflejos positivos).
Pienso que el carácter tiene presencia, esencia y
existencia, pienso que con este se lideran revoluciones, se imponen
pensamientos. No creo en el cobarde que se esconde detrás de líneas de
sandeces, no creo en el que siembra miedo porque de miedo no se vive, se
fenece. No creo en los besos por chat ni en los te amo por MSN (Messenger), yo
creo en los cuerpos que se juntan y migran sus fluidos de un ser a otro… entonces,
¿en donde dejamos de hacer la tarea?
Autor: Diego Alberto Gutiérrez Isaza
Decano ITM